Los teléfonos móviles hace mucho tiempo que no se comunican inalámbricamente sólo a través de las antenas de telefonía. La evolución de las redes móviles ha hecho que las capacidades de estas hayan crecido de forma exponencial, y más lo harán con la llegada del 6G, pero los protocolos de comunicación cercanos son también importantes.
Los hay pocos usados, como los infrarrojos, y otros que se usan a diario pero muy poco tiempo, como el NFC. Pero sin duda los más utilizados en el día a día son el Bluetooth y el WiFi. Ambas tecnologías tienen propósitos muy diferentes, pero en ambos casos hay gente que prefiere desconectarlas manualmente.
La teoría es que si apagamos la emisión de estas señales inalámbricas el móvil gastará menos batería, pero la realidad es que el supuesto ahorro es nimio, y los inconvenientes que pueden acarrear son mucho mayores. No serán problemas irresolubles, pero un mayor gasto de datos o pérdida de notificaciones son posibilidades muy reales.
WiFi
Cuando se está bajo la cobertura de una red WiFi, en casa o el trabajo, lo normal es dejar activa esta conexión de nuestro móvil para que no use los datos de nuestra tarifa mensual. La duda empieza cuando salimos de casa y no vamos a ir a una zona en la que conozcamos ninguna red WiFi. En ese caso podemos plantearnos apagar el WiFi
Esto puede tener sentido si vamos a estar por ejemplo una semana de vacaciones en un lugar sin acceso WiFi, por lo que el ahorro de batería puede llegar a ser mínimamente notable. Aún así la cobertura de datos será mucho más importante a la hora de ver si la batería baja más o menos de la cuenta. El problema es que, si se apaga el WiFi cada vez que salgamos de casa, y no se activa a la vuelta, estaremos usando los datos en casa, con el gasto que eso supone en la tarifa o en el consumo energético del móvil.