El decano del Colegio de Cardenales, el cardenal Giovanni Battista Re, presidió la homilía e instó a quienes votan a dejar de lado los intereses personales y encontrar un papa que valore la unidad. El mundo de hoy necesita un líder que pueda despertar conciencias, dijo.
Desde el altar de la Basílica de San Pedro, Re rezó para que puedan nombrar al “papa que nuestro tiempo necesita”, en sus últimas instrucciones antes de que los prelados entren a la Capilla Sixtina para comenzar las votaciones secretas.
Los cardenales, procedentes de 70 países, estarán aislados del mundo exterior, entregarán sus celulares y se bloqueará la cobertura alrededor del Vaticano para evitar que puedan comunicarse hasta que encuentren un nuevo líder para la institución, que cuenta con 1.400 millones de fieles.
Francisco nombró a 108 de los 133 “príncipes de la Iglesia”, eligiendo a muchos religiosos a su imagen y semejanza de países como Mongolia, Suecia y Tonga, que nunca antes habían tenido representación cardenalicia.
Su decisión de superar el límite habitual de 120 cardenales electores e incluir a más jóvenes del llamado “sur global” aquellos países a menudo marginados y con menos poder económico ha inyectado un grado inusual de incertidumbre en un proceso que siempre está rodeado de misterio y suspense, con señales de humo que indicarán al mundo si se ha elegido un papa o no.
Muchos no se conocían hasta la semana pasada y lamentaron no haber tenido más tiempo para hacerlo, lo que plantea dudas acerca de cuánto tiempo podría tardar un religioso en asegurar la mayoría de dos tercios, o 89 votos, necesarios para convertirse en el 267mo pontífice.
“Esperar y ver, un poco de paciencia, esperar y ver”, expresó el cardenal Mario Zenari, embajador del Vaticano en Siria, a su llegada al último día de las conversaciones previas a la votación.